Frenar la insolvencia
Alberto Peña Torrecilla 11 de febrero de 2021 Varios Ningún comentario
La crisis económica derivada del coronavirus es indiscutible y se prevé el cierre de una de cada cinco empresas, encontrándonos a la espera de una ola de concursos de acreedores a partir de abril, pues hasta el 14 de marzo está en vigor la moratoria concedida para declararse en concurso.
La mitad de empresas en España cerrarán el año en pérdidas y con problemas de liquidez y muchas se encuentran endeudadas por los préstamos ICO y otros prestamos bancarios, con una mayoría de su plantilla en ERTE y sin actividad por la pandemia.
Lógicamente, han bajado tanto la creación de empresas, así como las ampliaciones de capital.
La grandes agencias de calificación norteamericanas, Moody’s y S&P, prevén que el número de empresas que incurrirán en impagos aumentará este año hasta niveles no vistos desde la crisis financiera.
Los defaults y las reestructuraciones de deuda probablemente aumentarán sustancialmente en 2021 hasta niveles no vistos desde 2009″, advierte S&P en su último informe para inversores, en el que pronostica que la tasa de impago se duplicará en Europa hasta el 8% este año, desde el nivel del 4,3% en que se encuentra actualmente.
En su opinión, aunque las medidas del sector público para proteger rentas y sostener al tejido productivo son importantes, no serán suficientes para evitar la desaparición de algunas compañías, y lo mismo ocurrirá con la política acomodaticia de los bancos centrales.
La tasa de impago de las empresas se duplicará en Europa hasta el 8% este año, desde el nivel del 4,3% en que se encuentra actualmente
En su opinión, aunque las medidas del sector público para proteger rentas y sostener al tejido productivo son importantes, no serán suficientes para evitar la desaparición de algunas compañías, y lo mismo ocurrirá con la política acomodaticia de los bancos centrales.
Además, las medidas de apoyo de los gobiernos no podrán «evitar la insolvencia o la reestructuración forzosa de compañías con estructuras de capital vulnerable o de aquellas más afectadas por las restricciones derivadas de la covid-19».
Estas últimas son las que pertenecen a sectores como el de transportes, ocio y entretenimiento, comercio y hostelería, así como las energéticas, sobre todo en Estados Unidos.
Influye también en las malas perspectivas el hecho de que el volumen de deuda global sea tan elevado, equivalente al 265% del PIB mundial a cierre de 2020. Esta tasa debería empezar a bajar progresivamente a partir de este año a medida que el PIB (el denominador) vuelva a crecer.
Ante esta situación, solo cabe esperar a que los efectos de la vacuna hagan remontar la economía pasada ya la primavera. Mientras tanto hay que intentar controlar la morosidad, no asumiendo ni aplazando deudas más allá de lo estrictamente necesario.